Ciudad de las cien campanas
Montero Ríos pensaba que Santiago, a finales del siglo XIX, era ciudad en la que “hay arzobispo, seminario y cien campanas”. Existía un abundante clero secular que atendía a las 10 parroquias de la ciudad. Unas 50 iglesias, además de numerosas capillas, albergaban anualmente la celebración de unas 68.000 misas dirigidas a una población que entonces rondaba los 24.000 habitantes. Eran los ecos diarios de las “cien campanas” que tenía en activo a esta ciudad.